Quiero contarles que empezamos …

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Hace 20 años conocí y colaboré en el Comedor de Doña Eva de la Villa 20 de Lugano, donde asisten diariamente unas 100 familias, y que hoy es manejado por Sandra, su hija. Hablando con Sandra en la cuarentena, me menciona que está preocupadísima porque los chicos de la Villa no están participando de las actividades virtuales. Al no tener computadoras ni tablets, tienen acceso a muy poco: solo lo que se pueda descargar por whatsapp en un celular.

En el Comedor funcionaba el Taller de Cuentos de Ángela, quien todos los miércoles leía durante dos horas a chicos de 2 a 10 años, pero ahora ese espacio está cerrado. Sandra me dice: “20 años después, yo te puedo confirmar que el Taller de Cuentos fue la actividad que les dio las primeras herramientas esenciales. De las 100 familias, reconozco con el paso del tiempo los buenos resultados en aquellos que participaron del Taller, que hoy adultos son los que terminaron el colegio y se formaron como profesionales o tienen trabajos estables”.

Así se nos ocurre empezar a grabar cuentos y mandárselos por whatsapp. Sandra es muy experta en comprometer a la comunidad con la cual trabaja y en lograr que los chicos presten atención y hagan alguna actividad, así que les pide que manden de vuelta un dibujo hecho por ellos de la parte del cuento que más les gustó. Hacemos una prueba piloto con el cuento “La Regadera Misteriosa”, de María Elena Walsh, leído por nuestra amiga Leila.

Como la prueba funciona muy bien, empezamos a contactar a cuanta persona amiga amante de cuentos quisiera participar contribuyendo con una lectura, y ahí pasa algo inesperado, ¡el proyecto desarrolla una segunda pata! Nos enteramos de que muchas personas grandes, que en este momento están más aisladas que los más chicos, antes de la cuarentena tenían la hermosa ocupación de ir a leer cuentos a escuelas o talleres. Inmediatamente sabemos que tenemos que encontrar el modo de sumarlos a nuestros Cuenteros. Contactamos a Marga, nuestra “conejilla de indias”, para hacer las diversas pruebas logísticas y tecnológicas, y recibimos el primer poema grabado, también de María Elena Walsh, “El burro enfermo”. Después viene un cuento, pero ya no para tan chicos, y terminamos sumando una categoría especial de cuentos más complejos, Cuentos para Pensar.

Por ahora, el proyecto tiene dos patas (y quizás sigan surgiendo más y más nuevas): llevar el regalo de un cuento en una dirección y llevar el regalo de contar un cuento en la otra. Así arrancamos y... ¡allá vamos!


Carla Gimbatti

¿Quiénes somos TE CUENTO?

Unos inquietos y soñadores: Sandra Juarez, Luz Muniello, Carla Gimbatti y casi todos nuestros familiares! y amigos.

 

¿QUÉ LOGRAMOS?

Que Simón mande un audio diciendo “¡Me gustó una BANDA!”.

Que Antonella nos pregunte por whatsapp “¿Les gusta mi regadera?”.           

Que logren escuchar atentamente y desarrollen la capacidad de escuchar sin el estímulo de imágenes.

Que hagan producciones sabiendo que del otro lado hay alguien que espera su dibujo. Esto nos disparó la idea de tener un Instagram que se llame TE CUENTO que ME GUSTÓ).

Que se entretengan con otra cosa que ver tele o jugar videojuegos.

Que una de las madres, que se levanta a las 5 de la mañana y tiene dos trabajos, cuando su hija le pide que le cuente un cuento, pueda verla feliz de escuchar uno.

Sumar gente amiga voluntaria: mujeres, varones, niños, escritores, maestras jardineras, abuelas, amigos de Argentina y del exterior, todos grabando cuentos y compartiéndolos a su vez con sus propios amigos y familias..

Que los abuelos que nos graban cuentos nos pidan cuentos, y que surjan ramificaciones inesperadas.

Un Proyecto que recién empieza y no para de crecer y sumar gente con ganas de ayudar, conectar y compartir.

Como diría mi hijo Milo, ¡GRACIAS TOTALES!